Plaza de la Constitución

La Plaza de la Constitución – de la Constitución de 1978, porque otras anteriores Cartas Magnas también la han denominado – es, sin duda, el centro de la actividad política, económica, social y aún cultural y de ocio de Villarrubia de los Ojos. Pues bien, de las transformaciones vamos a tratar ahora, cuando la más importante hace pocos años que se ha operado.

Una plaza con más de 137 años de historia

La primera actuación urbanística de alcance sobre nuestra Plaza, que modificó con ella su antigua fisonomía, tuvo lugar en 1866. Al acceder a la alcaldía don Blas Heredia en 1866, se fijó entre otros objetivos urbanizar la Plaza, lo que aparejaba construir una glorieta que la embellecería e instalar una fuente, dentro de esa misma Plaza, trayendo el agua desde la del Caño; fuente que evitaría a los vecinos la molestia de ir a tomarla fuera del casco. Logró Heredia sin dificultad construir la glorieta, pero su plan de instalar aquella céntrica fuente chocó con la oposición del duque de Híjar, ex-señor de la villa, quien, a título de propietario particular, se opuso con fuerza a su realización, alegando los perjuicios que ocasionaría a los cultivos de regadío que tenía en los llamados Huertos de Palacio. Pero, don Blas no se rindió, supo esperar mejor ocasión para hacer valer los derechos de la población de Villarrubia sobre el tema. Tal ocasión se le presentó poco después, al producirse la Revolución de septiembre de 1868, que acabó con el reinado de Isabel II.

Beber el agua pura del manantial del Caño, con comodidad, prescindiendo de la de los pozos, fue toda una bendición para los villarrubieros. La fuente pública de la Plaza benefició su vida durante mucho tiempo. En la década de los setenta del pasado siglo dicha fuente se transformó en ornamental, y el lugar en que estaba, libre de la inmediata báscula del Ayuntamiento que tanto lo afeaba, se ensanchó hasta convertirse en el islote ajardinado y placentero que durante tanto tiempo fue.

En resumen, podemos afirmar que, a finales del siglo XIX, nuestra Plaza, y, más en concreto, nuestra glorieta quedó configurada en todo lo esencial en la manera y modo en que la conocimos antes de su remodelación en 2003. Y decimos en todo lo esencial, porque accidentales fueron sus arreglos posteriores y accidentales los elementos nuevos que se le incorporaron.

En 1887 el surtidor de agua fue reemplazado por una artística fuente, que se adquirió en Madrid por 437 pesetas.

En 1910 se construyó un quiosco para la música. Aguantó en pie hasta 1953 en que se demolió. Pocos años más tarde se construyó, en el paseo central de esa misma glorieta, una tribuna descubierta sobre pilares con igual finalidad, que, aunque sin la gracia del desaparecido quiosco, permaneció hasta 1972.

Hasta 1877 no hay constancia de que la glorieta estuviera iluminada. En 9 de julio de ese año acordaba el Ayuntamiento colocar tres farolas de aceite que sólo se encenderían en las noches en que no hubiese luna. Sustituidas por otras de petróleo, se mantuvieron hasta 1914.

Año memorable fue 1914 para la vida local, porque, durante la alcaldía de don Gregorio Villalobos Camacho, llegó finalmente la electricidad a Villarrubia. y su glorieta fue el mejor escaparate de tan esencial adelanto. A partir de 1956 el alumbrado fluorescente comenzó a abrirse paso, generalizándose en los años siguientes.

Y, en esta abreviada historia de las transformaciones experimentadas por la Plaza principal de nuestra querida villa, llegamos al año 2002.

A todos sorprendía el alcalde don Fernando García Santos, cuando, en la sesión de 29 de noviembre del mencionado año, proponía a la Municipalidad la completa renovación de aquel espacio urbano, desechando cualquier actuación de restauración o conservación, y presentaba a la misma, con el coste estimado – 601.000 euros – de la obra prevista, el pliego de condiciones para llevarla adelante.

Siguiendo el proyecto realizado por el aparejador del Ayuntamiento, don Antonio Brea, las obras, ejecutadas por administración y financiadas a través de créditos municipales y subvenciones de la Consejería de Obras Públicas de Castilla – La Mancha y de la Diputación Provincial, comenzaban el 29 de enero del año en curso, y, salvo en detalles, se daban por concluidas el 5 de mayo siguiente.

Brea ha urbanizado por completo la Plaza. Recuperando la cota natural del terreno, su proyecto ha hecho desaparecer la terraza en que se construyó la antigua glorieta. En cambio, ha mantenido, prácticamente, la superficie de ésta – superficie delimitada por bolardos de fundición – y creado en ella un nuevo espacio de ocio , que un pabellón para la música, situado en el centro, lo distribuye y ordena. Grandes jardineras rectangulares, pobladas de árboles y otras plantas más pequeñas, señalan amplios paseos.

En la pavimentación de todo este recinto se ha empleado piedra de granito de diferentes clases. Y, en su jardinería, los plátanos orientales alternan con los almeces, los magnolios, y los prunos.

El citado pabellón para la música es el elemento más significativo de este espacio singular. Circundado por un foso con surtidores, sobresale por la calidad de los materiales empleados en su construcción. Al tratar de él, merecen mención aparte los frisos de cerámica artística que decoran el muro ochavado sobre el que se levanta. Realizados ex profeso por un artesano villarrubiero, reproducen, con estilo propio, motivos de la fauna y de la flora de nuestro término municipal.

Del alcalde don Blas Heredia Verdugo al alcalde don Fernando García Santos: Ciento treinta y siete años de historia de nuestra Plaza.

Extracto del texto de Don ISIDORO VILLALOBOS RACIONERO en el que se relata de forma breve la historia de nuestra Plaza.