Una de nuestras costumbres populares es previa al casamiento: las novias, antes de abandonar su soltería, recorren el pueblo en remolque repartiendo las conocidas como «tortas de boda» y refresco de limón, entre sus familiares y amistades, y la familia de los novios.
A lo largo de dicho recorrido es también habitual echar harina sobre las personas allegadas que encuentran a su paso.
Se trata de una curiosa y llamativa forma de festejar la futura boda.