Algunas de las romerías de la provincia son las de la Virgen de Alarcos, la Virgen de la Sierra en Villarrubia, la Virgen del Monte en Bolaños, la Virgen de los Santos en Pozuelo o la Virgen de las Viñas en Tomelloso
Entre los cerros prominentes de la llanura y los campos dorados de la provincia de Ciudad Real, se esconde un tesoro cultural y espiritual que se revela cada año en las romerías entre la primavera y el verano. Las romerías mezclan la devoción religiosa con la celebración en comunidad, lo que tradicionalmente se ha llamado ‘religiosidad popular’. Estas peregrinaciones ancestrales trazan sus raíces en la historia de la provincia, tejidas con hilos de fe, tradición y folclore.
Desde los rincones más profundos, con pueblos con decenas de habitantes, hasta las plazas principales de los pueblos y ciudades, las romerías se convierten en un lienzo vibrante donde se despliegan los colores y sonidos de la tradición, para niños y mayores, para mujeres y hombres, para el rico y para el pobre. Las romerías son las fiestas de todos.
Las procesiones serpentean por senderos polvorientos, mientras que cánticos antiguos llenan el aire, y las abuelas elevan sus plegarias hacia el cielo. Las imágenes sagradas, veneradas generación tras generación, se convierten en faros de esperanza y unidad en torno a algo que trasciende a la propia fe.
Pero más allá de lo espiritual, las romerías son también un festín para los sentidos. Los aromas tentadores de la gastronomía flotan en el aire e invitan a los peregrinos a saborear platos tradicionales que han alimentado a generaciones enteras y que forman parte de las normas no escritas. Mientras, ferias bulliciosas y mercados improvisados ofrecen artesanías locales y productos típicos, el sonido de la música y el baile llenan las plazas. Las romerías parecen fiestas de otro tiempo.
“Estoy orgullosa de mantener viva la tradición”
En la actualidad, se está viviendo un relevo generacional en la organización y celebración de las romerías. Como si fuera una herencia, muchos recogen el testigo de padres y abuelos y aceptan los cargos de presidente o hermano mayor de la corporación romera. Silvia Fernández (33) es un ejemplo de ello. El año pasado recogió el testigo en la Hermandad de la Virgen de Alarcos.
Ella comparte el entusiasmo y su conexión arraigada con la devoción a la Virgen de Alarcos en Ciudad Real. Para Fernández, esta responsabilidad es más que un cargo; es un honor y un sueño que se remonta a sus primeros días como parte de la hermandad.
“Para mí, esta responsabilidad ha sido un honor y un sueño desde que mis padres me hicieron hermana de la virgen cuando tenía 1 año”, expresa Fernández con emoción. “En la familia Fernández, esta tradición ha sido parte de nuestra historia por generaciones, desde mi abuelo Marcelino y sus hermanos, entre ellos destaco a mi tío Fidel, así como todos los miembros que han nacido y llevan esta devoción en la sangre”.
“El momento más emotivo para mí es cuando los portadores de Valverde cogen a la virgen en sus hombros y suben corriendo la cuesta arriba en la finca Las Barracas”, señala la hermana mayor de la Virgen de Alarcos. Dice estar orgullosa de mantener viva esta tradición “tan querida para todos nosotros”, afirma.
En el extremo opuesto encontramos a Pilar (32), que participa en la romería de su pueblo, que en realidad es una pedanía de Almodóvar del Campo, una de los más pequeños de la provincia de Ciudad Real (San Benito, 295 habitantes). Para ella, supone “un lugar de encuentro para ver a gente que no ves en todo el año”. Las localidades con tan poco flujo de población llegan a triplicar sus habitantes durante las celebraciones de las fiestas populares, entre ellas la romería.
Ella afirma que “la Virgen del Rosario también es muy importante para la gente de aquí, sin eso no habría nada”. En San Benito, hay diez mujeres que son las alabarderas de la Virgen. La cocina popular forma parte de los días que pasan alrededor del santuario.
“Ya huele a romería”
Gema (27) es natural de Bolaños de Calatrava. Tiene una vivienda en los alrededores del Santuario de la Virgen del Monte. Allí, aparte de los chalés, “más del 70% del pueblo tiene casa allí”, dice Gema, se hacen los ‘chozos’. “Todo se pone bonito para esos días”, afirma. En las semanas previas a que llegue asegura que se empieza a escuchar la frase: “Ya huele a romería”.
Es decir, empiezan los preparativos. La gente limpia y pinta sus chalés y viviendas de la zona del Santuario, prepara los ‘chozos’, hacen las compras… La vida se traslada a las inmediaciones de la Virgen del Monte durante cinco días.
Hay algo claro en lo que afirma Gema. Todo lo que pasa gira en torno a la Virgen: “La devoción que hay es grandísima y se pasa de generación en generación”. Para ella y sus amigos, la romería es lo más esperado del año: “Es nuestro momento, nuestra fiesta grande y para nosotros es la mejor de Castilla-La Mancha”.
Resulta curioso escuchar a Gema hablando de los chozos, se montan como si fuera “el salón de tu casa”, con neveras, alfombras, sofás, etc. Porque es ese ambiente de familia, de gente querida y apreciada alrededor de una lumbre el que hace de las romerías algo diferente y atemporal: “Eso hay que vivirlo”, comenta.
Caballos, familia y guisos tradicionales
Hay un animal que luce con esplendor propio en las romerías. El caballo. Símbolo de la tradición y del campo español. Rubén (31), residente en Pozuelo de Calatrava y miembro de la Peña Ecuestre ‘Virgen del Carmen’, que participan activamente en la romería del pueblo. Según él, “La Virgen de los Santos es la reina”, expresando así el profundo respeto y admiración que sienten en Pozuelo por la imagen de la Virgen.
Cuando llega la fecha, “el pueblo se queda vacío” afirma Rubén, que añade que “la romería es lo más esperado del año”. Camino del cerro de los Santos se ve una marea de jóvenes que acampan y disfrutan del fin de semana, de la tradición y de la religiosidad popular. La atmósfera festiva se intensifica el domingo, con la asistencia de familias enteras que se reúnen para participar en la misa y compartir una comida. Rubén señala que “lo típico de ese día es comer en familia algún guiso tradicional”. Porque las romerías son también los nexos de unión entre amigos y familiares. Ellos, además, van en una ruta a caballo.
Mari (63) lleva toda su vida participando en las romerías de las aldeas de Malagón, situado en las laderas de los cerros que adornan la llanura. Para ella, cada peregrinación es un retorno a sus raíces, un reencuentro con la tradición que ha marcado su existencia. “Desde que era una niña, las romerías han sido uno de los momentos más esperados del año”, comparte con nostalgia. “Recuerdo cómo mi abuela me llevaba de la mano, cantando coplillas antiguas mientras caminábamos hacia el santuario”, dice. Para ella, esas memorias están grabadas en su alma para siempre.
Mari destaca la importancia de preservar estas tradiciones para las generaciones futuras. “Las romerías son la esencia misma de nuestra identidad como pueblo”, afirma. Si hay algo que quiere destacar es que ver a los jóvenes involucrarse cada año la llena de esperanza: “Es un recordatorio de que nuestras raíces están muy arraigadas en la tierra que pisamos y trabajamos”, comenta.
De romería en romería
Algunas de las romerías más conocidas en la provincia de Ciudad Real incluyen la Romería de la Virgen de Alarcos en Ciudad Real, la Romería de la Virgen de la Sierra en Villarrubia de los Ojos, la Romería de la Virgen del Monte en Bolaños de Calatrava, la Romería de la Virgen de los Santos en Pozuelo de Calatrava o la de la Virgen de las Viñas en Tomelloso, entre otras. Estas festividades suelen atraer a una gran cantidad de personas, tanto locales como visitantes, y son una parte importante de la cultura y la tradición de la provincia.
Muchas de ellas se celebran en los días de Pentecostés. Pentecostés es una festividad cristiana que se celebra cincuenta días después del Domingo de Resurrección, es decir, en el séptimo domingo después de la Pascua. El término “Pentecostés” proviene del griego “pentekosté”, que significa “quincuagésimo”.
Según la tradición cristiana, Pentecostés conmemora el día en que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y otros seguidores de Jesucristo, según se relata en el libro de los Hechos de los Apóstoles en la Biblia.
Las romerías son un anclaje atemporal de la sociedad actual con unos modos de vida que ya fueron. Los romeros y romeras, a caballo, andando, peregrinando, con trajes tradicionales y letras de coplillas atemporales son bastiones y baluartes de la tradición que, en un mundo globalizado, corren el riesgo de perderse. Sin embargo, Ciudad Real y su provincia se empeñan en mantener viva la llama de los romeros. Porque estando de romería, la vida tiene otro color.
Fuente: lanzadigital